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El eterno optimista.

Marzo 2020

 

La coyuntura actual es única, al observar las estadísticas de contagios crecientes, estadísticas de muertes, el colapso de sistemas de salud de primer mundo, colapso de los mercados de valores alrededor del mundo, deterioro de la calidad de crédito en los distintos niveles de calificación crediticia en los mercados de deuda soberanos y corporativos, señalamientos geopolíticos de culpabilidad de originación de la pandemia, y abismos en la asimétrica de información que se recibe en cuanto a la intensidad o impacto que ya sea el virus o la crisis económica tendrá en un futuro. … Miedo es el sentimiento humano que naturalmente emana de nuestro ser, dado que el entorno ahogado en un inmenso grado de incertidumbre, hace que ese miedo nos paralice al intentar visualizar un futuro con un entorno contrario de la coyuntura actual, o sea una normalidad.

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El miedo es una sensación que puede llegar a paralizar a cualquiera, y esta situación desde una perspectiva humana/

social es algo sin precedentes y lamentable, y hablando desde una perspectiva económica/empresarial podríamos decir que da la sensación de caminar en la oscuridad esperando encontrar una luz en cada paso que se da,  y esperando no tener que dar tantos pasos para encontrarla.

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Pero como siempre me encanta decir, existe una fuerza mayor que el miedo y es la esperanza, la esperanza de que esto pasará y esto cambiará y la normalidad vendrá con arranques y creces mas fuertes motivados por la voluntad humana de siempre buscar la supervivencia, y buscar el camino apropiado para salir adelante y no claudicar por una sensación más débil que la esperanza.

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Ahora bien, después de haber dicho esto, igual no solo se vale filosofar, sino también toca actuar, hacer planes, ajustar, decidir, innovar, negociar y prepararse. Recientemente leí algo que me gusto mucho que hablaba sobre la importancia de recibir este “stop” momentáneo como una oportunidad de crecimiento y evaluación de nuestro sentido de vida, que, en lugar de tomarlo como un tiempo muerto, lo recibiéramos como el tiempo más vivo que nunca, y usarlo como un disparador de inquietudes tanto desde una perspectiva personal como profesional que nos haga preguntarnos: ¿Me gusta lo que hago?, ¿Hago el bien con lo que hago?, ¿Estoy cumpliendo con mi propósito de vida?, ¿Cumplo con mi responsabilidad de servicio en el rol que desempeño?, ¿Hago que la vida de otros sea mejor?, ¿Cómo podemos ser más profesionales en el trabajo o en el negocio?, ¿Cómo está realmente mi estructura financiera?, ¿Entiendo de fondo la realidad de mi negocio?, ¿Existen mejores maneras de gestionar el mismo? en general, ¿Qué puedo hacer mejor?...

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La carrera por siempre dar soluciones inmediatas en el trabajo, como se dice“apagando los fuegos del día a día”, no 

permiten hacer una pausa para esa planificación de crecimiento y estrategia indispensable, por ese este tiempo puede ser una oportunidad extraordinaria para que, a pesar del miedo y la incertidumbre existente, nos llenemos de fuerza y 

esperanza para vencer cualquier obstáculo que enfrentemos, con visiones exponenciales para cada uno de nosotros en nuestros roles profesionales.

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A lo largo del tiempo uno de los aprendizajes mas relevantes obtenidos, es que se vale, se vale sentirnos desorientados, se vale sentirnos vulnerables, se vale sentir esa incertidumbre y se vale pedir consejo y ayuda, lo que no se vale es dejarse superar por sentimientos como el miedo y el orgullo, porque siempre una revisión razonada del entorno debe predominar en las decisiones que tomamos sobre una emocional, por lo que en este entorno con cabeza y aplomo se vale y se debe planificar, se debe corregir y se debe crear, como titulaba un libro que me obligaron a leer en la Universidad y que ahora agradezco haberlo leído “La Destrucción Creadora”, un libro que puede muy bien adaptarse a esta coyuntura actual, en donde se debe crear a través de la destrucción de creencias limitantes sobre las capacidades aparentes que tenemos en nuestro rol personal y profesional.

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Nuestra economía en medio de todo será impactada con una intensidad desconocida, en menor o mayor medida en su Balanza de Pagos, ya sea por las remesas, por la volatilidad de los precios de los “commodities” y la compensación de la factura energética o petrolera por la caída del precio de ese recurso, el tipo de cambio fluctuará, las decisiones del gobierno se harán sentir, habrá expectativas variadas relacionadas sobre la posición de los bancos en cuanto a su disposición de hacer crecer sus carteras de crédito y el comportamiento de la tasa de interés estará regido por el riesgo percibido de las industrias mas relevantes del país, todo esto derivado de la incertidumbre planteada inicialmente.

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Por todo lo anterior, el interés de escribir estos humildes párrafos no tiene una connotación técnica, porque hoy cualquier estimación o cálculo de impactos puede percibirse ante tal incertidumbre con limitada veracidad, prefiero enfocar lo escrito con un eterno optimismo ante la vida, porque no importa lo que se deba afrontar, si se enfrenta con esfuerzo, trabajo y la fe de que vendrá un futuro mejor, se superaran todos los miedos, incluso este que hoy se siente y que nos obliga a razonar con una esperanza fortalecida pero también con responsabilidad de buscar siempre ser mejores.

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Edgar J. Hernandez C.

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